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Tensiones para proveedores y consumidores (de dólares)

De poco vale que el BCRA haya acelerado algo el ritmo de devaluación en septiembre (al 20% anualizado, frente al 12/13% de los meses previos), o que Axel Kicillof estime un dólar de $ 11,20 para fin de 2016 en el presupuesto de ficción que acaba de enviar al Congreso. Ni que tras las PASO se haya reforzado el torniquete oficial para racionar las ventas de divisas, ya sea para pagar importaciones o atesorar como ahorro. Las reservas líquidas no dejan de caer cada día, aunque no se reflejen en el total bruto (US$ 33.400 millones) donde casi un tercio corresponde a los swaps chinos en yuanes, cuyo remanente sin contabilizar sería algo inferior a 1000 millones según la consultora Empiria. Que, además, prevé una pérdida adicional de 8000 millones hasta fin de año, aun suponiendo que el Gobierno logre un canje voluntario de 50% a comienzos de octubre, cuando se produzca el vencimiento del Boden 2015 (unos 6000 millones).
Por el lado de la oferta, los "proveedores" de dólares genuinos pasan por un mal momento, interno y externo. Las exportaciones argentinas vienen declinando por la caída de precios internacionales, la recesión brasileña y la apreciación del dólar en el mundo, que agrava el atraso cambiario frente a la suba de costos internos que viene de arrastre. Esta pérdida de volumen y competitividad exportadora se traduce en el magro superávit comercial de apenas US$ 1000/1500 millones según estimaciones privadas (o déficit de 1200 para Ecolatina), pese a las trabas a las importaciones y al alivio de la fuerte baja en el precio del petróleo.
El deterioro cambiario es el principal factor que alimenta las expectativas de devaluación con el próximo gobierno. Y hasta Kicillof las aprovecha para colocar más Bonad 17 en pesos (ajustables al dólar oficial), más allá de quién gane las elecciones y la política cambiaria que adopte. La magnitud del atraso cambiario puede advertirse en un cálculo del Estudio Broda sobre el tipo de cambio real multilateral (TCRM), que combina el sistemático ajuste del dólar oficial por debajo de la inflación y la apreciación del peso frente a las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina, con Brasil a la cabeza. Según esas variables, el dólar oficial debería ubicarse hoy a $ 14,90 para retornar al TCRM de enero de 2014 (tras la devaluación de Kicillof) y a $ 15,40 para equiparar el promedio de toda la gestión kirchnerista. O a $ 16 para igualar al del período noviembre 2008/agosto de 2011 con Cristina y a $ 20,30 al lapso diciembre 2003/2007 con Néstor Kirchner.
Aun así, entre los economistas que asesoran a los presidenciables hay consenso en que un salto aislado del dólar no resuelve el problema de competitividad, como volvió a quedar demostrado a comienzos de 2014. En todo caso, las diferencias están en la magnitud del ajuste cambiario y en cómo se insertaría en el programa económico "integral" que prometen los candidatos para bajar la inflación. De eso dependerá si habrá o no una mejora del tipo de cambio real. Otras incógnitas están en el acceso al crédito externo y si se genera confianza para que vuelvan parte de los miles de millones de dólares "encanutados" por argentinos fuera del circuito económico.
La cuestión sobrevoló días atrás el seminario organizado por la Cámara de Exportadores (CERA). Allí su titular, Enrique Mantilla, planteó la necesidad de una estrategia exportadora basada en "pragmatismo constructivo" y de un Índice Nacional de Competitividad para monitorear resultados, que llevarán tiempo para alcanzar en materia de productividad, previsibilidad, creación de empleos e inversión en educación, infraestructura y energía. Por caso, el economista Dante Sica, director de Abeceb, alertó sobre los costos logísticos. "Cuesta 44% más el transporte terrestre de 1000 kilómetros para un contenedor (US$ 105) que enviarlo desde el puerto hasta China (US$ 43)", ejemplificó.
Bajar estos costos no será sencillo, máxime cuando en la Argentina los combustibles se ubican ahora entre los más caros de la región. La razón es que el precio del barril de crudo equivale a US$ 77 (55% más que el internacional) y fue establecido por el Gobierno no sólo para mantener inversiones y empleos en el sector, sino también para ahorrar divisas ya que se liquida en pesos al tipo de cambio oficial de $ 9,40. Menos suerte tienen los productores de soja que, con retenciones de 35%, perciben poco más de $ 6 por dólar.
Por el lado de la demanda de divisas también hay problemas. Los atrasos del BCRA en pagos de importaciones ya concretadas, en especial por grandes empresas, se ubicarían entre US$ 8500 y US$ 9000 millones, según estimaciones de Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de Importadores (CIRA). A medida que crecen esa deuda comercial y la brecha cambiaria, más compañías recurren al "contado con liqui" para girar pagos a proveedores externos, a costa de encarecer las compras.
Paralelamente, desde las PASO, se tornó más restrictiva y aleatoria la aprobación de permisos previos para importar (DJAI); el polémico régimen que ideó Guillermo Moreno caducará a fin de año. De ahí que también estarían creciendo los pedidos de medidas cautelares para lograr la aprobación de DJAI por vía judicial, aun sin certeza del plazo de pago.
Estas penurias del comercio exterior contrastan con la avidez de otros consumidores de dólares, lanzados en esta etapa preelectoral a aprovechar cuanto resquicio encuentran en el esquema cambiario oficial y conseguirlos a precios más bajos que en el mercado paralelo. Por eso, la AFIP redujo de hecho los cupos de ventas de dólar-ahorro y el BCRA pasó a racionar divisas para pagos mayoristas de paquetes turísticos al exterior, en pleno boom de venta de pasajes con tarjeta en pesos y a 12 o 18 cuotas sin interés. Todo esto agrega presiones al dólar blue.
La reacción oficial se basa en otros números. Según Sica, el déficit del sector turismo y las ventas subsidiadas de dólar-ahorro se llevarán en conjunto este año la friolera de unos US$ 14.000 millones.
La junta de Gobierno de la Federación de Acopiadores de Cereales eligió nuevamente a Fernando Rivara como presidente de la entidad, en representación del Centro de Acopiadores de la provincia de Buenos Aires.
“La baja de los precios internacionales de los granos y la actualización de costos nos colocan en una zona roja de la cual debemos salir de manera inmediata”, dijo el titular de la Federación de Acopiadores, Fernando Rivara.
El pasado miércoles 16, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Javier Alonso participó de una reunión de la Mesa de Trabajo para la Seguridad Rural con representantes de diferentes entidades que nucléan a los productores rurales, con el objetivo de coordinar acciones para prevenir los delitos en las zonas rurales de la Provincia de Buenos Aires.
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