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Deberíamos hacer mucha más difusión del seguro agrícola”

El debate por las coberturas para el agro se coló en la agend a de la industria para 2012. Ante reclamos por más oferta y de iniciativas público-privadas, el máximo responsable de la Asociación Argentina de Compañías de Seguros analiza las opciones.

 

Por Flavio Cannilla

Crecimiento sostenido pero con b-moles. Así anticipa Francisco Astelarra, el presidente de la Asociación Argentina de Compañías de Seguros (AACS), el ejercicio que comienza a tomar temperatura. Entre los principales desafíos, siguen las incógnitas por el impacto de la repatriación de capitales así como el futuro en materia de reaseguros local. A estos, se sumó uno más reciente: el futuro del seguro para el agro tras las pérdidas generadas en el sector por la reciente sequía. “Estamos de acuerdo con que haya una política de Estado en materia de seguros agrícolas, donde las compañías podamos asumir los riesgos de los agricultores para cubrir sus pérdidas. Ese es nuestro rol”, respondió Astelarra a la iniciativa propuesta por el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, de crear un seguro agrícola obligatorio. En entrevista exclusiva con Seguros, el presidente de la AACS, que nuclea hoy a 27 empresas, amplía qué opciones existen al respecto y cómo implementarlas.

¿Qué oportunidades de negocios percibe para este año?

Seguimos pronosticando que la actividad, por ahora, seguirá creciendo en términos reales. Aunque quizás no a las tasas de un 19% por encima de los precios a noviembre del año pasado, impulsado por el rubro Automotor y el de Riesgos del Trabajo. En el primero, todo dependerá de cómo evolucionen las ventas. Cabe recordar que, con el aumento de los 0 kilómetros y la incorporación del parque usado, hoy, estamos en una tasa del 70% asegurado. Si se da la realidad que se lee en los diarios podríamos estar ante un muy buen año, con un crecimiento del 10%.

Más allá de automotores y las ART, ¿qué rubros perciben que están generando masa crítica?

Antes quisiera resaltar lo que venía generando mercado con fuerza y ya no lo está haciendo y se está apagando. Estoy hablando del comercio exterior, todo lo que era transporte y cauciones aduaneras. Hoy, con las limitaciones a la importación y exportación, el negocio muestra una clara tendencia negativa. En cuanto a los rubros que sí mantienen su impulso, siempre dentro del segmento de Patrimoniales, uno es el de Combinados Familiares (Incendio), Integrales de Comercio y Consorcios. Aquí todavía hay mucho potencial. Diría que todos los consorcios de la Ciudad de Buenos Aires están infraasegurados y significativamente. Otros son los incendios de caución. Y el otro es, obviamente, el campo agrícola, que muestra grandes diferencias en cuanto a los cultivos. Por ejemplo, en soja, el 60% de la superficie cultivada está asegurada mientras que en frutales sólo el 16,7%.

La presidenta le recomendó al sector dejar de quejarse y asegurarse más. Desde el agro, respondieron de que no había los productos necesarios y en la variedad disponible. ¿Cuál es la realidad?

Los productos están, como son los multiriesgo. No obstante, persiste con el agro el debate sobre las diferencias de los productos. Por ejemplo, un multiriesgo cubre sequía, heladas, entre otros. Un seguro contra granizo paga un daño real producido. Mientras que, en un seguro contra una sequía, se paga sobre pérdidas de rendimientos. Y aquí es donde se desata la discusión. Pero, las coberturas están. Por otro lado, el producto agropecuario depende mucho del tamaño de las explotaciones. Una solución aquí puede pasar por el subsidio. En Brasil, por ejemplo, el seguro agropecuario cuenta con subsidios. En España, también. Y, en la Argentina, el cultivo de mayor aseguramiento agrícola es la vid. ¿Por qué? La provincia de Mendoza subsidia su seguro.

¿En el caso del agro, no es también una falta de consciencia de riesgo?

En este caso, debemos asumir nuestras propias culpas: nosotros deberíamos hacer mucho más difusión del seguro agrícola. Esto, en otros países, se hizo en combinación con las Secretarías de Agricultura. Pero, obviamente, como dije antes, también influye el tema de los rendimientos y de las ganancias de acuerdo a la superficie cultivada. El productor de mayores ganancias es más proclive a asegurarse que el más chico. En cualquier caso, pueden hacerse estudios muy serios y exhaustivos por parte de las Secretarías de Agricultura de cada provincia de cuáles son los segmentos que realmente necesitan subsidios. Estudios e información hay.

Los resultados técnicos el año pasado volvieron a mejorar su ya histórica performance negativa. ¿Qué esperan para este año?

Se sigue mejorando. Pero el problema básico es uno de precios. Hay una muy fuerte competencia. Hay unas 60 compañías, de las cuales 20 tienen un porcentaje elevado de la producción y compiten fuertemente en precios, vendiendo a valores que no generan una rentabilidad positiva. Donde mejor se ve es en nuestro indicador de precios, que mide la relación de prima sobre suma asegurada. Esta relación cayó drásticamente desde 2004. Debemos adecuar las tarifas a la siniestrialidad para que se genere una rentabilidad técnica positiva. Porque, en un mundo de crisis financiera, no podemos depender de recuperar pérdida técnica con utilidades financieras.

 

¿Cómo evalúan el impacto que tuvo la repatriación de capitales de empresas locales, que representaba el 18% del total?

En primer lugar, quiero resaltar que nosotros colaboramos con el Gobierno cuando se nos pidió ayuda. Pero, también, es importante recordar que el sector tuvo una pérdida de varios centenares de millones de dólares. Muchos debieron vender a pérdida, a lo que se suman los costos de transferencia, las pérdidas de cambio, las puntas, el importe de débito y crédito sobre cuentas corrientes. El costo transaccional lo estimamos en fácilmente superior a los $ 700 o, incluso, $ 800 millones. Sin embargo, colaboramos. Pero sí nos preocupa que hoy todas las compañías tengan problemas para girar divisas al exterior para el pago de las primas para su reaseguro. La situación nos puede traer más que una sorpresa desagradable.

¿Cómo digiere el mercado local la iniciativa de generar una industria reaseguradora?

Todavía hay que esperar para poder analizar el impacto. Es cierto que estamos obligados a asegurar todo lo que son contratos en compañías establecidas en la Argentina. Pero estas no pueden retener todo el riesgo. Por lo cual, van a retroceder a reaseguradoras del exterior.

No obstante, el Gobierno insiste en que, salvo las excepciones, no habrá esa necesidad con una oferta local fuerte y sólida.

Ningún país funciona así. El seguro funciona con una dispersión internacional enorme. Si bien es un hecho que la industria local está apoyando el nuevo esquema de reaseguros, eso no implica que las aseguradoras locales, que se instalen, vayan a retener la totalidad del riesgo. Sería impensable porque no hay capitales para pagarlo. Por ejemplo, si ocurre una gran granizada, que afecta a cultivos de soja, fruta, entre otros. Si uno se ha asegurado en el exterior, por su dispersión geográfica y apoyados en el hecho de que nunca se da el mismo siniestro al mismo tiempo en todas partes del mundo, las aseguradora pueden cubrir ese siniestro en el país.

¿Los desafíos para el año?

Implementar el nuevo anexo de automotores. Hemos logrado estandarizar la póliza de automotores. Estamos apoyando la póliza digital, para la que hubo una prorroga en cuanto a su implementación, que será un gran desafío en cuanto a su logística e implementación. Por otro lado, está el llamado del Superintendente a colaborar en el desarrollo de un Plan Estratégico.

 

Promover seguros a través de incentivos fiscales, es una materia pendiente. ¿Por qué?

Ahí debemos hablar fundamentalmente de seguros de Vida y Retiro. Ningún país logró que crecieran estos productos sin tener diferimiento fiscal. Ahí tenemos un tema.

¿La inflación sigue siendo un tema también?

Así es y nos preocupa, por varias razones. Nos lleva a tener que estar analizando permanentemente las sumas aseguradas. Y nos sube los costos de reparación. Además, nosotros fijamos el precio ex ante y los costos vienen después. Es muy difícil pronosticar un precio ex ante cuando ya se tienen pérdidas técnicas y eso lleva a acortar los períodos de vigencia de las pólizas, lo cual, finalmente, termina generando un aumento de los costos de la administración de la póliza.

Fotos: Matín. G. Álzaga

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cronista.com

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