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Gustavo López (Agritrend)

Trigo Argentino: La década perdida

El trigo es uno de los cultivos de mayor tradición en nuestro país al igual que el maíz, donde se dispone de información oficial de su área y producción desde fines del siglo XIX, con niveles para ambos granos muy similares, que oscilaban en torno al millón de hectáreas.
Fuente Imagen
Martín G. Alzaga
Evolución del cultivo de Trigo
  El resto de los principales cultivos se afianzaron varias décadas después, como el girasol hacia mediados de los años 40, el sorgo granífero a inicios de los años 60 y finalmente la soja, principal cultivo en la actualidad que se expande en los 70 y se consolida como el principal oleaginoso hacia fines de los 80.
La expansión del trigo fue muy rápida. El promedio de la superficie sembrada en el periodo 1895/96 – 1904/05 alcanzó las 3.3 millones de hectáreas, duplicándose en la década siguiente a 6.1 millones de hectáreas. El récord histórico se registra en periodo 1925/26 – 1934/35 con algo más de 8 millones de hectáreas, con un nivel máximo en el ciclo 1928/29 con 9.2 millones de hectáreas.    
  A partir de allí se observa un cierto estancamiento en las sucesivas décadas en torno a los 6 millones de hectáreas, para reducirse drásticamente en la última (2005/06 – 2014/15) a solo 4.5 millones de hectáreas, constituyéndose en la más baja desde inicios del siglo anterior. El promedio histórico de los últimos 120 años alcanza las 5.9 millones de hectáreas.
Con cierta variabilidad, el porcentaje de área cosechada ha fluctuado en torno al 90% de la superficie sembrada.
Respecto a los rendimientos unitarios, el crecimiento fue muy moderado a lo largo del tiempo, partiendo de un nivel en torno a los 800 kilogramos por hectárea, alcanzando una media para la última década cercana a los 2.800 kg/ha.
La producción tuvo un comportamiento similar, potenciado por el área dedicada a este cultivo y en especial por las mejoras tecnológicas. De un volumen cercano a los 2.3 millones de toneladas promedio del primer periodo analizado, se evolucionó hasta la década comprendida desde mediados de los 90 a mediados de los 2000 con algo más de 14,2 millones de toneladas, para caer nuevamente en la última década, producto de la contracción del área a 12 millones de toneladas.
Si el análisis lo centramos en estos últimos diez años en particular, el retroceso del cultivo del trigo ha sido notable.
Si bien hacia mediados de la década pasada se mantenía un área coincidente con la media histórica, la merma desde el ciclo 2008/09 es muy marcada alcanzando el menor registro desde 1898/99 (3.04 mill/has) con solo 3.16 millones de hectáreas.
Esta tendencia se revirtió en los dos ciclos siguientes, aunque la merma respecto a la media histórica está cercana al 30, considerando los 4.2 millones de hectáreas en 2014/15, cifra consolidada entre los operadores locales, aunque muy lejos de los registros oficiales que se ubican en 5.26 mill/has.  
    El área cosechada, con muy bajo nivel de pérdidas, se ubica en niveles cercanos al 95% y los rendimientos unitarios se tienden a consolidar en torno a los 3.000 kg/ha con valores récord, en un marco de excelentes condiciones climáticas como los registrados en 2010/11 de 3.500 kg/ha.
La producción de trigo en la actualidad está estancada en valores similares a la media de la década, es decir 12 millones de toneladas, con alta variabilidad de acuerdo al nivel de siembra y las erráticas condiciones climáticas.
Distintas proyecciones privadas ubicaban la producción de trigo hacia mediados de esta década en torno a los 18.5 millones de toneladas (Fundación Producir Conservando – mayo 2005) con un área en torno a los 7.3 millones de hectáreas y un rinde medio de 2.600 kg/ha. Sin duda, no se equivocaban en la constante mejora tecnológica en cuanto a las prácticas agrícolas, variedades, etc. pero en la superficie sembrada nunca se previó una caída como la descripta.
Incluso oficialmente, en el marco del Programa Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA – Julio 2011) se presentaba un panorama para 2016 y 2020 de 6.7 y 7.5 millones de hectáreas sembradas, y 19 y 23 millones de toneladas de producción respectivamente.
Lamentablemente, no se cumplieron estas previsiones y por el contrario el deterioro en el área sembrada con trigo sumado al resto de los cereales -maíz en particular- llevó a que este grupo de granos perdiera importancia relativa en el total de la superficie sembrada con granos y semillas oleaginosas, poniendo en peligro la sustentabilidad de la producción argentina.  
Gráfico Nº1 – Argentina: Relación de Superficie Sembrada con Cereales y Oleaginosas

                Fuente: Agritrend SA en base a información del Minagri
    Con una relación actual del 32% de cereales y el resto de oleaginosos, es Argentina el único país de importancia productor de granos, que tiene una proporción tan dispar.
Recordemos que a nivel mundial dicha analogía es exactamente a la inversa, con el 70% de cereales y el resto de oleaginosas, en tanto que en Estados Unidos y Brasil, los principales productores y oferentes mundiales de soja, esta relación es más equilibrada (60% cereales y 40% oleaginosas respectivamente).
Este desfase es mucho más acentuado cuando el análisis se efectúa a nivel zonal. En ciertas áreas de la región pampeana, así como en el NEA y NOA la intensidad en la siembra de oleaginosas es mucho mayor, por lo cual también la necesidad de rotar los cultivos a fin de mantener la estructura edáfica, un mejor control de malezas, etc.
En el caso particular del trigo, muchas zonas otrora con fuerte tradición de este cereal se vieron desplazadas por la soja, debido a la mayor rentabilidad del cultivo.
En el sudeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires -partidos integrantes de las Delegaciones de Tandil y Tres Arroyos del Minagri- la caída en el área sembrada de trigo desde inicios del nuevo siglo hasta el ciclo 2013/14 fue de 1.6 millones de hectáreas a solo 630 mil hectáreas; paralelamente, la evolución de la superficie con soja muestra un crecimiento muy significativo pasando de las 150 mil a 1.7 millones de hectáreas en el periodo citado.
La pregunta que debemos hacernos ante este deterioro en la siembra del trigo es qué elementos tuvieron un efecto negativo en los incentivos que recibió el productor, en especial a lo largo de esta década, para reducir en forma tan significativa la siembra de este cereal y por ende de su producción.    
La Década Pérdida
    En el ciclo 2001/02 luego de la crisis económico-social vivida en Argentina, se reinstauraron los derechos de exportación en la mayoría de los granos, con el objetivo de compensar el impacto del aumento en el tipo de cambio y mejorar las finanzas públicas, tal lo expresado en la Resolución del Ministerio de Economía que nuevamente los ponía en vigencia.
Después de 11 años sin esta carga fiscal, se fijaron retenciones a la exportación en 10% y luego se las elevaron a los pocos meses del 2002 al 20% en los principales cereales y 23,5% en los oleaginosos.
Éstas se incrementaron una vez más hasta un máximo del 28% como consecuencia de la aplicación de la Res. Min. Economía Nº 125 (se preveía un máximo de 41,6% en el supuesto que el precio FOB de trigo alcanzase los 400 dol/ton), para reducirse posteriormente al nivel actualmente vigente de 23%.   Sin duda el retorno de este gravamen afectó la rentabilidad en relación con el resto de los cultivos competidores, observándose un cambio en la tendencia del área sembrada que comienza a decrecer en forma significativa, hasta alcanzar niveles de los más bajos de la historia. A ello se sumó una creciente intervención del Estado en la comercialización, que se tradujo en un divorcio entre los precios internos y los internacionales, ampliando así el diferencial entre los precios FAS teóricos y los efectivamente realizados en el mercado.
En el año 2005 se transforma la ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario) en un organismo descentralizado con claras funciones de fiscalización, regulación y control del mercado en consonancia con otros entes de recaudación tributaria.
El mismo día en que se celebraba el segundo encuentro nacional organizado por la Federación de Acopiadores, “A TODO TRIGO 2006”, se iniciaba una vez más un periodo de intervención del Estado en los mercados granarios, con el cierre temporario de los registros de exportación de este cereal por parte de las autoridades de la ONCCA, a los cuales se sumarían posteriormente la carne y el maíz.
En ese ciclo, con una exportación final de más de 9 millones de toneladas, y sin ningún temor de desabastecimiento interno, se decide la cancelación de las exportaciones, con solo el 56% del saldo exportable realizado.
Desde entonces se instaló el concepto de asegurar la “mesa de los argentinos” que, en el marco de limitaciones comerciales permanentes tanto para la materia prima (trigo) como para sus derivados (harina), tendió a neutralizar el impacto inflacionario de éstas en la economía nacional.
En pleno conflicto del gobierno con el campo, mediados de 2008, se crea el Registro de Operaciones al Exterior, los famosos Roe’s, que establecieron cambios en la legislación vigente (Ley 21.453) tendientes a limitar la salida de los productos sensibles para el consumo interno (trigo y maíz) según el nivel de disponibilidad.
Es así como se incrementan en forma significativa los costos de operación. Este nuevo “costo argentino” que surge de las limitaciones en la comercialización, la incertidumbre de contar con los permisos para embarcar en tiempo y forma y los importantes desfasajes financieros producto del pago adelantado de los aranceles de exportación, de la creciente demora en la devolución del IVA, etc., explican en gran medida los marcados diferenciales entre los precios FOB de exportación en los puertos argentinos y sus equivalentes internos.
Si bien se ensayaron programas de aliento a la siembra como el “Trigo Plus” y el “Maíz Plus”, donde se planteaba que a partir de un determinado nivel de producción se preveía bajas en las retenciones, la inviabilidad de controlar los resultados llevaron a un nuevo fracaso en una serie de medidas que jamás se concretaron.
La realidad ponía de manifiesto que no solo se ampliaba sistemáticamente la brecha entre los precios que podrían pagarse y los que efectivamente se abonaban, sino que la falta de competencia entre sectores limitaba la posibilidad de venta de la producción independientemente de los precios recibidos. No había mercado ni compradores.    

Gráfico Nº3 – Argentina: Precios Internos de Trigo – Diferenciales

                      Fuente: Agritrend S.A.
    Con la excepción del año 2013, cuando se autorizaron más Roe’s de los que permitía una producción reducida por aspectos climáticos adversos que llevó a precios internos sumamente elevados -aunque solo nominales-, ya que fueron muy escasas las operaciones realizadas a los niveles más altos, en el resto de los años se observa una diferencia muy significativa entre lo que “podía pagarse” y lo que finalmente se “pagó”.
En el cuadro siguiente se consignan: la evolución de los precios FOB de exportación a lo largo de los 10 últimos años, los derechos vigentes en cada uno de ellos, los gastos de exportación o “fobbing” -crecientes en el tiempo- y los precios internos teóricos y de mercado con las consiguientes diferencias, medidas como restricciones en dólares por tonelada.    
 
PRECIO FOB: Precio de exportación del trigo, promedio anual, sobre puertos argentinos
DERECHOS DE EXPORTACIÓN: Arancel que se aplica sobre el precio FOB.
GASTOS DE EXPORTACIÓN: comprende gastos de embarque, comisiones, tasas de aduana, SENASA, costos de financiamiento y márgenes del operador. En conjunto estos costos se los denomina "fobbing".
PRECIO FAS TEÓRICO: precio FOB menos los derechos de exportación y el fobbing.
PRECIO FAS DE MERCADO: precio promedio anual del Mercado a Término, posición disponible.
RESTRICCIONES: diferencial entre Precio FAS TEÓRICO y FAS DE MERCADO.
(*) El 2013 fue un año atipico, en el cual por faltante de oferta, el FAS DE MERCADO estuvo por encima del FAS TEÓRICO.
 Fuente: Agritrend SA – Márgenes Agropecuarios
    Como se puede observar, la evolución de los precios de exportación a lo largo de la década fluctuó entre los 130 y 310 dólares la tonelada. En aquellos ciclos de máximas cotizaciones también se observan restricciones muy elevadas, que superaron en promedio 50 dol/ton.
Este efecto no solo se limitó a los saldos exportables. El impacto tanto de los derechos de exportación como de las restricciones comerciales es común tanto para el mercado externo como para el consumo local. Dicho de otra forma, las reducciones en los precios a los productores no conocen del destino final de la mercadería.
En el cuadro adjunto se intenta cuantificar el efecto de los aranceles de exportación, así como las restricciones comerciales, tanto para la mercadería para exportar como para la de consumo interno.  
(*) Para 2013 no se consideran restricciones por diferenciales entre FAS teórico y FAS de mercado por tratarse de un año atípico.
(**) Total oficial acumulado a 2014. No se incluye la devolución de retenciones.
El volumen destinado al consumo interno no incluye el trigo utilizado para semilla. Tampoco se incluye trigo candeal.
     Fuente: Agritrend SA – Márgenes Agropecuarios
    Sobre un volumen total de trigo comercializado a lo largo de la década cercano a las 130 millones de toneladas, los ingresos producidos, medidos por los precios de exportación FOB, alcanzaron los 31.500 millones de dólares, es decir el 11% del total del complejo granario, estimado en torno a los 295 mil millones de dólares.
Si se mide el impacto de los derechos de exportación del trigo sobre el total (7.225 mill/dol sobre 79.862 mill/dol) la participación es menor, dado que la incidencia del complejo soja con altos volúmenes y aranceles es fundamental (70%).
Pero si el análisis se centra en el impacto de las restricciones, los 3.679 millones de dólares que aporta el trigo, representan el 38% del total (9.613 mill/dol) en ese concepto. Ello pone de manifiesto que el trigo fue a lo largo de la década el cultivo con mayor descuento en sus precios o bien con menor precio “lleno” que el productor recibió.
En otras palabras, cuanta mayor intervención, menor producción y menor precio final para los productores.
Finalmente, la sumatoria de retenciones y restricciones implícitas y explicitas en la década 2005/2014 para el trigo rondaron los 11 mil millones de dólares, es decir el 13% de los 87 mil millones dólares que el sector primario transfirió al resto de los sectores económicos. De ellos, dos terceras partes las capturó el Estado a través de su carga fiscal directa, y el resto se concentró en toda la cadena comercial (exportadores, molineros, competidores, consumidores, etc.).    

(*) Para TRIGO, MAÍZ, SORGO, GIRASOL y SOJA.
(1) Comprende derechos de exportación efectivos e implícitos.
(2) Comprende restricciones efectivas e implícitas.
(3) Total derechos de exportación y restricciones, efectivas e implícitas, neto de subsidios implícitos.
          Fuente: Agritrend SA – Márgenes Agropecuarios
    Así como se intentó asegurar el abastecimiento interno a precios accesibles para la población, cosa que no siempre se cumplió ya que el costo de los derivados (harina, pan, galletitas, etc.) creció por encima de los de la materia prima, se descuidó totalmente el mercado externo a partir de la falta de incentivos para su siembra.
Si bien la participación de Argentina en el contexto mundial siempre fue marginal desde la óptica del aporte productivo sobre el total (2-3%), su incidencia en el comercio global que hacia fines del siglo anterior se plasmaba en un quinto lugar, luego de las limitantes descriptas se limitó al octavo con un volumen muy pobre.
En efecto, la media de exportación de trigo argentino entre 1995/1997 alcanzaba el 7% de un comercio mundial del orden de 102 millones de toneladas con un valor final medio de 1.200 mill/dol. Quince años después, ya en un marco de comercio mundial de más de 150 millones de toneladas, la participación argentina se reduce a menos del 4%, con una media de precios mucho mayor y un ingreso de divisas relativamente similar.
Nuestro principal destino de exportación, Brasil, socio en el Mercosur y segundo mayor importador mundial de trigo después de Egipto, mercado natural de Argentina por proximidad y ventajas arancelarias, hoy no puede ser abastecido en sus necesidades.
En el año 2006, coincidente con los primeros atisbos de intervención, sobre una importación total de 6.6 mill/ton, Argentina participó en ese mercado con el 92% con 6.1 mill/ton. Solo ocho años después, en 2014, con requerimientos cercanos a los 7,5 mill/ton, la participación de nuestro país se redujo a solo el 20% con el consecuente posicionamiento de otros orígenes, en especial los Estados Unidos, quienes celebraron la consolidación de un nuevo mercado.
Ello se dio a pesar de tener negociado en el marco del proceso de integración MERCOSUR aranceles compensatorios a terceros mercados no integrantes del acuerdo del 10% sobre el valor FOB de origen, lo cual vuelve a la oferta local sumamente competitiva en cuanto a precio de materia prima y costo de flete.    

    El deterioro en la participación de Argentina ha sido muy marcado, habiendo sido superado en los últimos años incluso por los ex países de la Unión Soviética (Rusia y Ucrania) e incluso en los dos anteriores ciclos por India, todos ellos importantes productores y consumidores de trigo, que generan abultados saldos exportables antes excesos productivos.
Finalmente, cabe destacar que ésta pérdida de “market share” se reitera también en maíz, otro de los cultivos con fuerte carga impositiva y de restricciones comerciales, donde lejos de plantearse políticas de abastecimiento con países o grupos (Tratado de Libre Comercio, Acuerdos bilaterales, etc.) difícilmente puede mantenerse un mínimo de intercambio.
No obstante, las primeras proyecciones para el ciclo 2015/16 muestran mejores condiciones en cuanto a la siembra del trigo en particular y del resto de los cultivos en general.
Las expectativas de probables cambios en el marco de un nuevo gobierno, tendientes a la eliminación de los derechos de exportación y el desmantelamiento de las restricciones comerciales, permiten augurar una mejora en la superficie sembrada.
La posibilidad de obtener un precio “lleno”, es decir con mayor relación respecto a las cotizaciones internacionales (descontados los costos de exportación o “fobbing”) y contar con un mercado de competencia con mayor transparencia, permitirían revertir la tendencia actual.
Ello ya se refleja en los mercados locales.
Si bien no se observan cambios significativos en los precios de exportación, se muestran mejoras de relevancia en las posiciones futuras del mercado a término, lo cual implica un cambio en el humor de los operadores a partir de las expectativas de mayor producción.
Ello sin duda sería vital para la mejora en el ingreso de los productores y de la cadena agroindustrial en su conjunto, asegurando el abastecimiento interno, en un marco de mayor sustentabilidad del sistema, creciente generación de saldos exportables y alto ingreso de divisas; reinsertándonos en un mundo cada vez más competitivo con una oferta acorde en volumen y calidad.        

Conclusiones
   
  • El trigo se constituyó a lo largo de los años en el principal cultivo argentino, tanto por el área dedicada al mismo como por la producción obtenida.
  • La importante mejora en los rendimientos medios permitió aumentar sustancialmente el volumen producido.
  • No obstante, problemas de política agrícola llevaron a una retracción en el área de producción, particularmente en el último quinquenio.
  • Ello, al igual que en maíz, llevo a un esquema de fuerte presencia de oleaginosos que pone en duda la sustentabilidad del sistema productivo.
  • A los altos niveles de derechos de exportación se sumaron restricciones a la comercialización (Roe’s, cupos, cierres temporarios, etc.) que ampliaron los diferenciales de precios internos.
  • Ante los menores precios y la imposibilidad de colocar el trigo el productor optó por otras alternativas.
  • Así se alcanzaron los niveles de siembra más bajos desde fines del siglo XIX.
  • En la última década, en materia de derechos de exportación se transfirieron ingresos desde el sector productivo al Estado por más de 7.200 millones de dólares.
  • En cuanto a las restricciones, el impacto de éstas alcanzó en igual periodo los 3.700 millones de dólares, que beneficiaron al resto de la cadena comercial (molineros, exportadores, competidores, consumidores, etc.).
  • El aporte total del sector, considerando ambos ítems, alcanzó los 11 mil millones de dólares o un equivalente al 13% de los descuentos totales al sector primario.
  • No obstante ello, no se vio plasmado en la “mesa de los argentinos” donde los derivados de la molienda del trigo (harina, pan, etc.) siguieron la escalada de precios.
  • También en materia de comercio exterior el sector triguero se vio afectado, disminuyendo su “market share” en los últimos ciclos.
  • Incluso no pudo abastecerse el mercado “natural” de Argentina, Brasil, debido a los menores saldos exportables.
  • No obstante, ante el inminente cambio de gobierno, se vislumbran modificaciones en la política agrícola, tendientes a la eliminación de las retenciones y las restricciones comerciales.
  • De ser así, es factible el incremento en la superficie dedicada con este cereal, considerando la mejora en la rentabilidad del cultivo, cambiando la tendencia a la concentración con oleaginosos.
  • Ello no solo asegurará el normal abastecimiento del mercado interno, sino que permitirá disponer de mayores saldos exportables, con la consecuente reinserción de nuestro país en el concierto mundial.
          Bibliografía
 
  • Dente, Raul – Federación de Acopiadores de Cereales de Buenos Aires – Costo y Transferencia de las medidas de intervención de los cereales – Noviembre 2010.
  • Departamento de Agricultura de los Estados Unidos – USDA – Series Estadísticas - Marzo 2015.
  • López, Gustavo, ¿Vamos al Grano?, 2010.
  • López, Gustavo y Oliverio, Gustavo, Fundación Producir Conservando, Informes Varios.
  • Ministerio de Agricultura y Ganadería, Series Estadísticas.
  • Márgenes Agropecuarios, Informes Varios.
   
 
 
 
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